Fractales y pulmones.
Si se observa bien la hoja de un
helecho, verán que tiene un tallo central y unos tallos secundarios más
pequeños que, a su vez, se dividen en tallitos con hojas diminutas. Estos
tallitos con hojas diminutas reproducen en su forma, de manera exacta, la hoja
grande. Vemos así, que la parte es igual al todo. Es una forma de crecer, de
propagarse, que se repite en la naturaleza. Y esa forma que se repite se llama fractal.
Esta estructura
fractal es muy similar a la del sistema circulatorio nuestro y el de los
animales. Así que las plantas son fractales por fuera y los animales son
fractales por dentro.
La estructura de un pulmón es similar a la de las
plantas: una red de tubos que se ramifica. Primero está la tráquea que se
ramifica en los bronquios, éstos, a su vez, en los bronquiolos y éstos en los
más de 300 millones de alvéolos, formando una estructura similar a la de un
árbol. Su parecido con un fractal es lo que les permite maximizar su
superficie siguiendo un patrón de crecimiento relativamente sencillo (similar a
distintas escalas). Los pulmones, como árboles invertidos (y los árboles, como
pulmones invertidos), intercambian gases en la punta de cada rama, donde se
encuentran los alvéolos (las hojas). La cantidad de gases que consiguen
aprovechar es directamente proporcional a su superficie total. Y aquí es donde
viene el dato sorprendente: aunque el volumen de los pulmones humanos es apenas
de unos 4 a 6 litros, su superficie ronda los 140 metros cuadrados, algo más de
media cancha de tenis. En esto consiste, precisamente, la idea de rugosidad.
Los
fractales son, quizás, una de las estrellas pop de la matemática moderna.
Presentan un equilibrio intrigante de sencillez y complejidad, como los mejores
puzzles de lógica: una premisa aparentemente fácil va escalando poco a poco y
da lugar a una trama mucho más rica y minuciosa. A pesar de su encanto y su
fama, los fractales son también grandes incomprendidos: la idea popular los
pinta como objetos idénticos a sí mismos a distintas escalas. Sin embargo, esta
no es una
característica compartida por todos los fractales, sólo por los
llamados autosimilares. Como
definición, resultaría demasiado restrictiva, demasiado “ideal”. Los fractales,
en cambio, nacieron en los años 70 con la ambición de describir objetos muy
reales de la naturaleza, que no podían ser delimitados por las líneas suaves a
las que nos tenía acostumbrado el cálculo, o la geometría. Lo que Mandelbrot tenía en mente
era capturar la idea de rugosidad: como la de la costa de Gran Bretaña o, sí,
como el contorno de una carretera”. También hay fractales en un coliflor, si la
partes por la mitad observarás que la forma de cada ramito, repite la forma
completa de la coliflor. Verás lo mismo en una raíz que se propaga bajo la
tierra, en un rayo, en el tronco y las ramas de un árbol, en nuestro sistema
nervioso, en las neuronas cerebrales, en la circulación sanguínea que se asemeja a la circulación de los ríos.
Muchas gracias por la información, me fue de mucha utilidad.
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